Por Andrés Carrera
¿Ha notado usted como hemos reducido la Biblia a una serie de órdenes e historias? Cómo cuando la estudiamos, no pensamos ¿en porque esta historia está a continuación de esta otra?, o ¿porque la enseñanza está en ese pasaje en particular y no en otro?
Hemos reducido cada libro a párrafos con enseñanzas específicas, sin tomar en cuenta que cada libro tiene una razón de ser, que es una obra literaria con la que el autor intenta comunicarse con sus lectores, y que cada relato tiene una razón de ser como parte de una estructura final que intenta comunicar un punto general.
Al ser la Biblia una obra literaria antigua, debemos acercarnos a ella con ciertas consideraciones mínimas:
1.- ¿Qué tipo de literatura es?.- Es distinto si el libro que leo es una carta, o un relato histórico, o un libro profético. Tenga cuidado, la Biblia, no es un solo libro, y cada uno de los 66 debe ser estudiado por separado.
2.- ¿Qué quieren decir las palabras exactamente?.- No solo la traducción literal, sino que quería decir esa frase particular para los primeros lectores del libro. El idioma debe ser estudiado con detenimiento.
3.- ¿Qué me dice la arqueología?.- Esta ciencia me permite encontrar evidencias físicas, que me dejan entrar un poco más en la sociedad a la que el autor le estaba escribiendo.
4.- ¿Cuál es el contexto histórico?.- Cada personaje es real, por tanto, está dentro de un medio específico, y de un momento histórico específico. ¿Quién gobierna? ¿Cómo gobierna? ¿Cómo vive el autor dentro de esa sociedad?, son preguntas que me permiten ver la cosmovisión de la cual sale el autor.
5.- ¿Cuál es el contexto social?.- Cada enseñanza tiene una razón de ser, y si no conozco la sociedad, y la forma de interpelación de la misma, voy a equivocar la interpretación del pasaje, puesto que pensare que es una sociedad como la mía, y le haré decir al pasaje algo que no dice.
Pongamos un pasaje en particular en análisis:
“Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la capa, déjale también la camisa. Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos”. (Mt.5:38 al 41).
Al empezar el análisis, tenemos que ver que es parte de un discurso de Jesús, a un auditorio compuesto principalmente por pobres, que en ese tiempo eran los marginados, que no tenían acceso a herencia, eran exiliados, viudas o huérfanos.
A ellos dirige su enseñanza, y les va a explicar cómo debe ser la “resistencia no violenta” contra los poderosos y ricos, que en el tiempo de Jesús eran aquellos que explotaban a esta clase sin ninguna clase de misericordia.
Les da entonces tres estrategias creativas para enfrentar a los poderosos, sin apelar a la violencia o a la pasividad y son:
Da la otra mejilla.- En el tiempo de Jesús nadie usaba la mano izquierda, puesto que se usaba para cosas poco honrosas. Por tanto, cuando iba a golpear a la mejilla derecha, yo usaba el dorso de la mano derecha para hacerlo, con lo que te dejaba ver que tu no eras mi igual. Era una señal de humillación, de que tú no estás a mi altura. Al decir que des la otra mejilla, lo que Cristo está enseñando es que lo obligues a pegarte con la derecha a tu mejilla izquierda, con lo que te dará un puñetazo que era algo que se daba entre iguales. La enseñanza es entonces que obliguemos al abusador a reconocer que yo soy su igual, que ambos somos seres humanos, y no que él puede tratarme como menos. Debo resistir la humillación, obligándolo a reconocer que estamos a la misma altura, exponiendo el hecho que me niego a aceptar la posición de infrahumano.
Quédate desnudo.- Este caso tiene un contexto legal. Una persona en extrema pobreza es demandada (única posibilidad de que solo tenga la vestimenta para dar) y se le quita el manto que en las noches le servía para cubrirse, ya que no tiene nada más. El quitarle la vestimenta exterior era señal de total humillación, para un pobre que ha perdido todas sus tierras y todos sus bienes. La propuesta de Jesús, es entonces, dale tu ropa interior también, ya que, al salir desnudo de la corte, y el otro con toda tu ropa, la humillación recae sobre él, ya que en esa cultura, la desnudez era un tabú y la vergüenza recaía sobre el causante de la misma. Al hacer esto ya no me dejo humillar más, y dicha humillación cae sobre el rico demandante.
Muestra el abuso.- Este es el trabajo forzado que un soldado romano te podía exigir. Si te lo ordenaba, tenías que cargar su equipo una milla, y era penado permitir que se lo haga más de eso. Al proponer llevarla una milla más, se sorprendía al abusador: ¿Está tratando de hacerme penalizar? ¿Está insultando mi fortaleza? Con esto, se estaba haciendo ver el valor humano del humillado y mostrando lo inhumano de esta situación.
En los tres casos Jesús entrega formas de “resistencia pacífica”, donde me rehusó a ser humillado, desenmascarando la injusticia, y dejando ver que mi situación de pobreza y desesperanza no me deshumaniza.
Para todos nosotros la enseñanza es: prepararse a desobedecer leyes injustas, y a combatir la injusticia, no por la fuerza, sino con la fortaleza de quién tiene la razón y combate la tiranía, venga de donde venga.
Y pensar que Gandhi, Luther King y Mandela usaron estos métodos que Jesús enseñó para liberar a sus pueblos, y los que nos llamamos discípulos de Él, a veces ni sabemos que lo enseñó.