Por: Andrés Carrera
Cuando uno analiza las religiones del mundo, nota que todas ellas tienen un código de conducta y obligaciones para con Dios y para con los demás, de las que depende su llegada a una tierra prometida.
Es el cristianismo evangélico el único que sostiene que la salvación es por gracia (favor inmerecido) y lo que hacemos nace del amor que profesamos a Dios, que redunda en un amor a los demás, que lejos de ser obligatorio, nace en nosotros sin necesidad de que se nos amenace con un castigo.
Mientras Confucio expresó la regla de plata: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”, Jesús nos dejó la regla de oro: “Por eso, todo cuanto quieran que los hombres les hagan, así también hagan ustedes con ellos” (Mt. 7:12), y la de platino: “Ámense unos a otros como yo los he amado”, (Jn. 13:34) orden que se expande incluso a nuestros enemigos. (Mt. 5:44) De hecho, es claro en la Escritura que nuestro discipulado depende de todo esto.
Mira como lo expresa el capítulo que denominamos el del amor que es 1 Cor.13 y que nos habla del amor ágape que es sin condiciones, el amor en acción:
v1.- “Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe“.- Es decir, si yo puedo hablarle a toda persona del mundo, debido a un don sobrenatural, en su propio idioma, pero no he entendido que el amor a mi prójimo es parte de mi devoción a Dios, soy solo una caja de sonido.
Incluso en esta hipérbole Pablo dice que aun si fueran angélicas, idiomas que no conocemos si existen, el autor deja ver que hasta eso sería nada sin el amor a nuestros semejantes.
Si oro de tal forma que parece que estoy conectado con Dios y uso todas las palabras exactas, pero no tengo amor, de nada sirve, y no estoy hablando de que eres hipócrita al hacerlo, estoy hablando de que estás tan preocupado por tu relación vertical (con Dios) que dejas de lado la horizontal (con los hombres) que es tan importante como la primera.
Y es que si solo me preocupo de mi relación con Dios, entonces todo es sobre mí, y no es que eso está mal, esta excelentemente bien, pero nuestra devoción a Dios no puede parar allí.
v2.- “Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy”.- Si soy el más grande predicador, tanto que la gente se maravilla de mi conocimiento y forma de comunicar, que todo lo que digo que parece que viene de la propia boca de Dios y la gente cree y trata de poner en práctica lo que aprende de mí, pues soy una especie del “libro gordo de Petete” (1) y no amo a mis semejantes de nada sirve.
Incluso nos habla de aquellos que pensamos que sabemos tanto de la Biblia, que para cada situación de la vida podemos citar un versículo bíblico, y somos tan expertos en ella que sabemos hasta el más mínimo detalle.
Eres tan educado e informado que sabes al detalle que es doctrina bíblica y que no, pero si no amamos a los demás, no sirve. No quiere decir que eso no sea importante e incluso algo que los cristianos debemos tener, pero nuevamente si paras allí, solo se trata de ti y estas incompleto en tu fe, porque si ésta no se muestra en amor incondicional a los demás entonces nada eres, de nada sirve.
v3.-“Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha.- Pablo continua con otra hipérbole diciéndonos que si hacemos el máximo sacrificio para los necesitados, o incluso morir por otros, sin tener amor es un sacrificio vacío y sin valor.”
Nuestro servicio a los demás es hueco sin amor, a Dios no le impresiona y no eres un discípulo fiel de tu maestro, así te des tú mismo y no dejes nada para ti.
No importa lo que hagas, sepas o experimentes, sin amor para otros eres nada. Si tu vida no está entregada a los demás como una expresión de tu amor por Dios, tu fe no tiene el menor valor.
No dejes de hacer estas cosas, pero no te engañes pensando que eso es suficiente. Porque incluso lo que haces por tu familia es acerca de ti. No permitas que tu devoción a Dios se mida por la relación vertical, tienes que incluir la horizontal porque sino tu relación está incompleta.
La devoción a Dios no es solo la búsqueda de la perfección moral, no se detiene en no pecar, no es solo tener la conciencia limpia, y en no hice esto o lo otro, o mira leí la Biblia y oré, aunque todo eso es bueno, si el cristianismo te lleva solo a ser una mejor versión de ti, entonces no sirve porque la fe en Dios se autentica con el amor a otros.
La gente se resiste al cristianismo porque todo es sobre mí y como ser mejor yo, y nada sobre los demás y como ayudarlos.
No dejemos lo que hacemos bien y sigamos haciéndolo, pero preocupémonos de mostrar nuestra fe no solo por lo que ella hace por mí, sino por lo que puede hacer en beneficio de personas en necesidad.
(1).- Libro gordo de Petete es un programa de televisión de los años 70 que enseñaba el uso de palabras castellanas.