¿Somos merecedores del precio que se pagó?

Por: Andrés Carrera

La semana pasada reproduje un artículo sobre las enseñanzas mentirosas de Joel Osteen, que  enseña que la vida del cristiano es toda felicidad y paz.

Hoy, voy a ser auto crítico, y mirar lo que nosotros manejamos como cristianismo, en la esperanza, de que si llegamos a la conclusión de que nosotros no somos merecedores debemos hacer dos  cosas:

  1. Empezar a corregir nuestras creencias y actuaciones.
  2. No desmayar en enseñar lo que es la doctrina que se nos dejó a precio de sangre, y evitaren lo mejor de nuestras habilidades, que se sigan propagando creencias paganas bañadas de cristianismo

Según la organización “Open Doors”, en la actualidad, al mes, 322 cristianos son asesinados por su fe, 214 iglesias o propiedades de creyentes son destruidas y 722 actos de violencias son perpetrados contra cristianos. (1)

En países como Siria, Irak, Corea del Norte, Kenia, entre otros, los creyentes se juegan la vida todos los días, por el simple hecho de creer en Jesús, y lo que existe en su realidad es la ansiedad y el miedo, en un mundo donde solo hay persecución y rechazo.

¿Por qué hay en el mundo gente que está dispuesta a jugarse la vida y no deja o esconde su fe?

Estoy seguro que si estuvieran frente a nosotros nos dirían que simplemente están haciendo lo que las escrituras enseñan y lo que hizo su fundador y tantos seguidores después de Él.

Nos harían leer Mt: 10:28 “No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno”, y nos llevarían a Luc. 9:23“Dirigiéndose a todos, declaró: Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga”.  Para ellos no hay otra forma de vivir el cristianismo sino enfrentando el peligro valientemente para llevar a la mayor cantidad de personas a la fe en Jesús.

Y es que nos dejarían ver el ejemplo de Jesús, que sabiendo, que iba a ser crucificado, y que iba a padecer en Jerusalén, sin embargo, camino hacia esa muerte horrenda, por amor a usted y a mí. Nos mostrarían lo que dijo antes de llegar allá: “Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la ley, y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara”. (Mt.16:21)

También probablemente nos llevarían a Hechos 21, donde el apóstol Pablo dice que tiene que ir a Jerusalén, aunque ahí va a padecer, y se despide de sus amigos porque sabe que no los volverá a ver. Sin embargo, fue y enfrento valientemente una paliza donde lo dejaron por muerto, un encarcelamiento que lo llevó a la Roma de Nerón, sabiendo que esa era la voluntad de Dios para él, y si no hubiera sido por eso, una parte de las cartas de la Biblia no se hubieran escrito.

Nos relatarían que ya no hay imperio romano, ni Nerón, pero que los seguidores de aquel que enfrentó la muerte, seguimos aquí, tratando de vivir los preceptos de nuestro Maestro.

Si alguno de ellos sabe algo de historia del cristianismo, nos contaría historias como la de Willam Tyndale, por nombrar solo uno, quien tradujo la Biblia del hebreo y griego al inglés, para que la gente pueda leer en su idioma, y que pagó con su vida tal atrevimiento, pues lo ahorcaron y luego quemaron su cuerpo.

Nos dirían que si no hubiera sido por él, la versión King James en inglés, de donde sale nuestras primeras versiones castellanas jamás hubiera sido publicada, y que lo hizo a pesar de que sabía que le costaría la vida, puesto que era un seguidor de aquel que dijo que no nos preocupemos por quien puede matar solo el cuerpo.

Ahora preguntémonos que dirían ellos, de nuestra versión del cristianismo, donde nos preocupamos por quien será el próximo presidente, o nuestra oración es Señor permíteme encontrar las llaves, o que no me quede tubo bajo en la carretera, cuando ellos tienen que orar Señor has invisible a mis hijos por un momento para que no caigan en manos de torturadores.

Se sorprenderían de esta versión del cristianismo, donde podemos alabar y vivir para nuestro Señor con absoluta libertad, donde lo más probable, es que no derramemos ni una gota de sangre por nuestra fe, y con la que sin embargo hacemos poco o casi nada porque el egoísmo nos gana.

Y no estoy ni siquiera hablando de Osteen y su nueva era barnizada de cristianismo, con quien creo que ni aun se juntarían, sino de nosotros los que realmente creemos en Jesús, y que sin embargo nos dejamos ganar por pretensiones egoístas o angustias banales.

Permíteme terminar estas líneas con tres preguntas para reflexionar:

  1. ¿Es su versión del cristianismo, merecedora de todas las muertes que costó traer el mensaje hasta nosotros?
  1. ¿Vale la pena morir por su versión o la mía del cristianismo?
  1. ¿Vale el precio que ellos pagaron, la forma en que vivimos?

En el libro de Apocalipsis, en los mensajes a las siete iglesias, hay solo dos de ellas, a las que Cristo no reprende: la iglesia perseguida y la iglesia evangelizadora.

De este lado del mundo, probablemente, nunca seremos la primera, pero debemos hacer todo lo posible para convertirnos en la segunda.

Que nuestros hermanos que sufren por Jesús, ejemplos de la iglesia que sufre, nos motiven a no descansar hasta ser la iglesia evangelizadora, que deberá incluir defender nuestra fe ante cualquier ataque, incluido el de aquellos que publicitan un cristianismo que no es tal.


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