Por: Andrés Carrera
El anterior sábado sufrimos un terremoto en el Ecuador. Un sismo devastador que dejó muertos ydestrucción en varios lugares de este país. Para cuando terminemos de contar seguramente los fallecidos superarán las dos mil personas y la reconstrucción tomará años.
En momentos como este las personas están nerviosas, buscando explicaciones, y alguna cosa que nos dé seguridad en medio de la incertidumbre de que la tierra, aun hoy, sigue y seguirá temblando.
En medio de todo este cuadro, están las personas que culpan o niegan a Dios, con el razonamiento de que un Dios bueno no podría mandar un dolor tan grande a las personas, y los que de alguna manera intentan “defenderlo”, con una de los argumentos más inconcebibles que yo halla escuchado.
Cada vez que hay un desastre natural en cualquier parte del mundo en los últimos años este ha sido el argumento de estos “abogados”:
- Año 2004, Tsunami en Sri Lanka.- Debido a que ellos son politeístas, el acontecimiento fue el justo juicio de Dios contra aquellos que lo han negado constantemente, y que dedican sus devociones a dioses de piedra y madera. La ira de Dios fue contra ellos debido a su extravío.
- Año 2005, el huracán Katrina.- La ciudad de New Orleans quedó devastada, debido a que es un centro de perdición, donde la música mundana y el pecado ronda por todas partes. Dios decidió terminar con ella porque el olor a pecado llegó hasta Él. En esa ocasión, incluso hubo un “profeta” que dijo que Dios le había dicho que esa era la razón y que se lo dijo antes, aunque él no lo hizo público hasta después del acontecimiento.
- Año 2010, el terremoto de Haití.- Fue el ajusticiamiento de Dios a un pueblo dedicado al vudú y al satanismo, que además eran las dos principales razones de la pobreza de esas comunidades.
- Año 2016, el terremoto de Ecuador.- ¡Como Dios no va a destruir Pedernales! si ese es el centro del tránsito de droga en este país, y donde las más grandes mafias están radicadas.
Estoy seguro que usted recordará otros desastres en donde personas nos han dicho que es Dios ajusticiando a un pueblo debido a cual o tal comportamiento, y que es un contraste con las tierras que hay creyentes, puesto que ahí abundan los frutos y no hay desgracias.
Encuentro este razonamiento poco humano, poco bíblico y muy poco razonable.
Empecemos por la última: Si esa es la forma en que Dios castiga el pecado de una población, ¿qué ha pasado con Las Vegas a la que denominan la ciudad del pecado? ¿Qué de San Francisco, capital mundial del homosexualismo? ¿Por qué en estas ciudades no son ajusticiados solo los directamente involucrados, sino niños pequeños e incluso cristianos que tratan de llevar a la gente a Cristo?
De donde me han sacado este argumento, que lo único que hace es dejar ver a un Dios golpeador y encima golpeador sin compasión ni distinción, haciendo a las víctimas inocentes daño colateral.
Ese no es el Dios de la Biblia, ese no es quien mandó a Su Hijo unigénito a morir por nosotros.
Este razonamiento no tiene nada de bíblico ya que Dios lo que quiere es “que nadie perezca sino que todo el mundo proceda al arrepentimiento”. (2 Ped.3:9), y nos predijo que nuestro planeta se queja de dolores de parto causados por nuestro alejamiento de Él y que van a producir cosas como estas: “Se levantará nación contra nación, y reino contra reino. Habrá hambres y terremotos por todas partes. Todo esto será apenas el comienzo de los dolores”. (Mt.24:7 y 8).
Finalmente no es humano, porque lo que necesitan las víctimas no es saber las razones, reales o inventadas, porque pasó esta tragedia, sino necesitan ver la compasión de Dios reflejada en aquellos que nos llamados cristianos.
Lo que se necesita es lo que está sucediendo, todos los conciudadanos de las víctimas, unidos dándoles ropa, comida, aliento, oración, etc., y cuando ya podamos, ayudar en el proyecto de reconstrucción total de las localidades afectadas.
Si en lugar de intentar “defender” a Dios, si eso es lo que intentan, nos pusiéramos en primera fila para ayudar, la gente empezaría a creer a pesar de la desgracia, porque verían el rostro de Cristo reflejado en usted.
Es momento de hacer que Cristo sea una realidad en la vida de las víctimas. Haga lo que pueda o tenga que hacer para que los damnificados puedan decir que vieron la mano del Dios misericordioso a través de tantas personas que ayudaron durante todo el tiempo que fue necesario, para que ellos se recuperen.
¿Me acompaña en este esfuerzo?