Por: Andrés Carrera
Últimamente, uno de los “capos” del movimiento de la prosperidad volvió a la carga ahora con una frase sorprendente:
“Hay cinco cosas que no podían permanecer en la presencia del Reino cuando Cristo predicaba. La enfermedad, el pecado, los demonios, la pobreza, y la muerte” (1). Cuando uno escucha toda la prédica él basa esta supuesta verdad escritural en dos argumentos, de los cuales hoy comentaré el primero de ellos:
La Biblia dice, “Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos” (2 Corintios 8:9).
El argumento es que debido a que la Escritura claramente dice que Jesús era materialmente rico en el cielo y vino a ser materialmente pobre en la tierra, entonces era la riqueza material lo que Pablo tenía en mente cuando escribió que sus lectores podrían enriquecerse a través de la pobreza de Cristo. Su argumento es que si Pablo estaba hablando de riquezas materiales y de pobreza, en la primera parte del verso, no estaría hablando de riquezas espirituales en la segunda parte del verso.
Como poco le importa a este señor la verdad, él ignora completamente el tema que Pablo está tratando, que es sobre los serios problemas económicos que atraviesa la iglesia de Jerusalén y que Pablo está recogiendo ofrenda para ellos, y para motivar la generosidad de los corintios les da los siguientes argumentos:
A.- Les cita el ejemplo de otros.
B.- Les cita el ejemplo de Cristo.
C.- Les cita su propio pasado.
Tan claro es que Pablo no quería decir que seríamos materialmente ricos por la pobreza de Cristo, que pocos versos después escribió en la misma carta lo siguiente: “en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez” (2 Corintios 11:27).
Si Pablo quería decir en 2 Corintios 8:9 que Cristo se hizo pobre para que fuéramos ricos, ciertamente la intención de Él no se estaba cumpliendo en la vida de Pablo. Así que obviamente Pablo no quería decir que Jesús fue materialmente pobre para que nosotros fuéramos materialmente ricos en la tierra. Él dijo que nosotros podríamos ser espiritualmente ricos, “ricos para Dios” como Jesús dijo (ver Lucas 12:21), y ricos en el cielo donde están nuestros corazones y tesoros.
Lo mismo se podría decir de otros seguidores de Cristo como los seguidores en la ciudad de Esmirna. ”Yo conozco tus obras, tu tribulación, tu pobreza (aunque eres rico)…” (Apocalipsis 2:9a).
Claramente Jesús estaba hablando de la pobreza material que sus seguidores estaban sufriendo, y tan sólo unas pocas palabras después, Él estaba hablando de riqueza espiritual a los mismos creyentes.
¿Qué tan ofensivas deben ser estas palabras a personas que sufren persecución por ser creyentes en países como China? ¿Se puede imaginar usted a un misionero de Oriente Medio que no sabe si lo apresan mañana por predicar, pensando en cuanta riqueza material debe amasar debido a esta supuesta promesa?
¡Qué ofensa para el cristiano que por amor a otros entrega su vida y recursos al servicio de otros!, cuando según este señor, Cristo murió para que nosotros tengamos un caserón (la de él está avaluada en más de tres millones de dólares) tengamos yate y paseos en primera clase o avión privado.
John Wesley, fundador del movimiento metodista de la iglesia en Inglaterra, expresó, “Has todo el dinero que puedas; ahorra lo que puedas; y da todo lo que puedas”.
Esto quiere decir que los cristianos deben primeramente trabajar duro, usando las habilidades y oportunidades dadas por Dios para hacer dinero, cuidando que sea en forma honesta y de acuerdo a las enseñanzas de Cristo.
Segundo, deben vivir moderada y sobriamente, gastando tan poco como sea posible para ahorrar todo lo que puedan. Vivir con contentamiento.
Finalmente, habiendo seguido los primeros dos pasos, deben dar todo lo que puedan, no sólo el diez por ciento, sino negándose a sí mismos tanto como sea posible para que las viudas y los huérfanos puedan ser alimentados y para que el evangelio sea proclamado por todo el mundo.
La iglesia primitiva en el Nuevo Testamento ciertamente practicaba esta clase de mayordomía compartiendo con el necesitado, lo cual era una norma de vida en esos tiempos. Esos primeros creyentes tomaron en serio el mandamiento de Jesús para sus seguidores que dice “vended lo que poseéis y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega ni polilla destruye, porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12:33).
Esta es la narración de Lucas acerca de la iglesia primitiva:
“Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas. Vendían todas sus propiedades y sus bienes y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno….La multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma. Ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común…. Y abundante gracia era sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el producto de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según la necesidad” (Hechos 2:44-45; 4:32-35).
La Escritura también deja claro que la iglesia primitiva alimentó y proveyó para las necesidades de las viudas (ver Hechos 6:1; 1 Timoteo 5:3-10).
Pablo, el apóstol, en quien Dios confió para llevar el evangelio a los gentiles, consideró el ayudar a las necesidades del pobre como parte esencial de su ministerio. Entre las iglesias que fundó, Pablo reunió grandes sumas de dinero para los cristianos pobres (ver Hechos 11:27-30; 24:17; Romanos 15:25-28; 1 Corintios 16:1-4; 2 Corintios 8:9; Gálatas 2:10). Este último pasaje, recuerda como unos diecisiete años después de su conversión Pablo presentó en Jerusalén el evangelio que siempre predicó y fue recibido por Pedro, Santiago y Juan. Ninguno de ellos pudo encontrar algo erróneo en su doctrina, y recordando esto Pablo en una carta a los Gálatas, escribió, “Solamente nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, lo cual también me apresuré a cumplir con diligencia” (2:10). Mostrar compasión por el pobre, en la mente de Pedro, Santiago, Juan y Pablo, estaba en segundo lugar después de la proclamación del evangelio.
De dónde saca este señor que la pobreza es señal de maldición. Solamente de su deseo de manipular la avaricia de la gente, ya que, obviamente, los cielos se abren con bendición económica cuando usted diezma y ofrenda al Señor, dejando el dinero en la iglesia de Miami que él lidera.
NOTAS:
1.- http://www.tiemposprofeticos.org/apostol-guillermo-maldonado-predica-dios-odia-la-pobreza/