Por: Andrés Carrera
El tema de la guerra espiritual es uno de los muchos que se han vuelto una moda en el mundo evangélico y como muchos otros es claramente anti escritural. En estas semanas estaremos mirando los mitos que se enseñan sobre este tema con el que se engaña a tanta gente.
Mito #1: “En la pasada eternidad, Dios y Satanás sostuvieron una gran batalla. Hoy, la batalla cósmica todavía arde entre ellos”
Cuando uno oye esto sin mucho conocimiento escritural, uno se impresiona y piensa que se encuentra en medio de una guerra por nuestras almas, pero déjeme solo hacerle unas preguntas lógicas ¿Cómo pueden estar en guerra una criatura contra su creador? ¿Cómo puede batallar un ser Omnipotente con alguien que no lo es?
Sería la pelea más rápida que jamás haya existido. Un pleito tan desigual como la de un lobo y una oveja. Sería como aplastar un mosquito. ¿De dónde sacan tanta tontería? Si hubiera habido una batalla hubiera durado un microsegundo y ya estuviera terminada.
Jesús mencionó que había visto caer a Satanás como un rayo (Luc.10:17 y 18), dejando ver lo veloz que fue su caída una vez que Dios decidió sacarlo del cielo. El diablo simplemente no pudo resistirse. En un segundo estaba ido. El no es rival para Dios.
Así suene extraño, después de oír tanto estas cosas, necesitamos entender que Dios y Satanás no están, nunca han estado, y nunca estarán en una batalla. Sí, ellos tienen agendas diferentes, y se puede decir que están en oposición. Pero cuando hay dos partes en oposición, y una es inmensamente más poderosa que la otra, sus conflictos no se consideran batallas.
Si queremos examinar lo que pasará en el futuro (si usted tiene un entendimiento que el Apocalipsis está por ocurrir en lo posterior y es literal) veremos con claridad que un solo ángel derrotará a Satanás y lo encarcelará por mil años (ver Apocalipsis 20:1-3). Note también que Satanás no tendrá poder para salir de su prisión, y sólo lo hará cuando sirva al propósito de Dios (ver Apocalipsis 20:7-9). Esto de batalla no tiene nada.
Apocalipsis si habla de una batalla, pero esta es entre Miguel y sus ángeles y Satanás y sus huestes (ver Apocalipsis 12:7-9). Dios no está involucrado, y lo que hace es hacer lo mismo que hizo en la tierra cuando por ejemplo mando a Josué a terminar con los cananeos en lugar de aniquilarlos El que bien podría haberlo hecho.
La lucha entre Miguel y Satanás si puede ser considerada una batalla, pues es un conflicto por tiempo limitado y entre criaturas de Dios y no con Él, y solo porque esta batalla se dará, eso no nos da la posibilidad de decir que Dios no es Todopoderoso al igual que la batalla de Josué tampoco lo permite.
Examinemos por último la popular creencia de que Jesús venció a Satanás en la Cruz, cosa que no se encuentra en la Escritura.
Lo que dice, en pasajes como Hebreos 2:14 y 15 es que Jesús destruyó el imperio de la muerte, esto es, al diablo. Esto no es una batalla, sino que se le quitó algo a Satanás que él tenia, debido al sacrificio de Cristo.
La Escritura hace referencia a tres diferentes muertes: la muerte espiritual, la muerte física, y la muerte segunda. La espiritual nos deja ver la condición de un espíritu humano que no ha nacido de nuevo y que está alejado de Dios, sin recibir el Espíritu Santo. La física se da cuando el espíritu de la persona se separa del cuerpo y este cesa en sus funciones, y la muerte segunda nos describe el destino final de aquellos que mueren sin Cristo.
Es de extrema importancia que entendamos que la muerte espiritual, física y eterna son manifestaciones de la ira de Dios sobre la humanidad pecadora y que Satanás se convierte en el dueño de aquellos que “amaron más las tinieblas” (Juan 3:19). Es como si Dios le hubiera dicho a Satanás “Puedes mantener en cautiverio con tu poder a aquellos que no se someten a mí”. Satanás se convierte entonces en un instrumento subordinado de la ira de Dios sobre los humanos rebeldes. (ver 2 Timoteo 2:26).
Sin embargo, podemos agradecer a Dios pues Él tiene misericordia de la humanidad, y debido a esto, nadie tiene que permanecer en esta situación tan triste. Ya que la muerte expiatoria de Jesús satisfizo los requerimientos de la justicia divina, todos los que creen en Cristo pueden escapar de la muerte espiritual y de la cautividad de Satanás, porque ya no estarán más bajo la ira de Dios. Cuando creemos en el Señor Jesús, el Espíritu Santo viene a nuestros espíritus y destruye la naturaleza pecaminosa, haciendo que nuestros espíritus nazcan de nuevo (ver Juan 3:1-16) y nos permite ser partícipes de la naturaleza divina de Dios (ver 2 Pedro 1:4).
Entonces, ya que no estamos espiritualmente muertos ni bajo el dominio de Satanás, no debemos temer a la muerte física ni a la muerte segunda, pues sabemos que nos espera la vida eterna junto al Señor.
¿Venció Jesús al diablo en la cruz? No, si lo que entendemos del lenguaje metafórico de Pablo en sus cartas es que hubo una batalla, porque no hubo ninguna entre Jesús y Satanás. Pero si lo que entendemos por esa frase es que ese sacrificio consiguió para nosotros victoria sobre la muerte y nos permitirá vivir en la eternidad con Cristo, entonces si lo derrotó.