Por: Andrés Carrera
El pluralismo religioso es la creencia que dice que todas las religiones son ciertas, que todo camino lleva al cielo, y que toda persona sincera será salva. La fábula india de los seis hombres ciegos y el elefante se ha convertido en el ejemplo modelo del relativismo y la tolerancia religiosa y dice lo siguiente:
En la Antigüedad, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente.
Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y así salir de dudas.
Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. Pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema.
El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces contra el costado del animal. “El elefante –exclamó– es como una pared de barro secada al sol”.
El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. “¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza!”
Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El ciego agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”.
Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a una vieja cuerda” exclamo.
El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano”.
El sexto sabio que era el más viejo, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”.
Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera y creían que los demás estaban equivocados.
Cada uno se mantenía en su propia opinión, siempre más rígida y fuerte, por lo que no podían llegar a un acuerdo ya que, como podemos ver, aunque cada uno estaba en parte en lo cierto, todos estaban errados.
Según los filósofos y teólogos esto enseña que todos podemos tener parte de la verdad sin mirar la totalidad, porque esta es muy grande para nosotros. Entonces, el judaísmo, islam, cristianismo, budismo, hinduismo y taoísmo, tienen parte de la verdad y por tanto todos llegaremos al mismo sitio, y los caminos todos llevan a la deidad, llámela como la llamen.
Esto suena romántico y lindo. Tolerancia es el nombre del juego, y aunque esté de acuerdo en no matar a alguien porque sea algo distinto que yo, creo que esta interpretación de la fábula está equivocada. El problema es que los seis hombres ciegos no tenían parte de la verdad, sino que todos ellos estaban equivocados, porque la verdad no está en sus partes, sino en la totalidad, que en el caso de la fábula era un elefante.
Tenemos que entender que creencias contrarias no pueden estar ambas en lo cierto, y que hay verdad y falsedad pues existe la ley de la no contradicción, que dice que dos cosas opuestas no pueden ser verdad en el mismo sentido y al mismo tiempo.
Por ejemplo, antes se creía que la tierra era plana, hoy se sabe que es redonda. No es que ambas son verdad sino que la gente de la antigüedad estaba equivocado, aunque lo haya creído con todo su ser. La verdad es que la tierra es redonda y lo demás es falso.
El filósofo árabe Avicenas decía que: “cualquiera que niegue la ley de la no contradicción debería ser golpeado y quemado, para que se dé cuenta que ser golpeado y quemado, no es lo mismo que no ser golpeado y quemado”
Hagamos un pequeño ejercicio entre dos religiones: Mientras el cristianismo cree en un Dios trino, el islam cree en un solo Dios. El islam cree que la gente es buena por naturaleza, mientras el cristianismo cree que la humanidad es pecadora por naturaleza.
Para los musulmanes Jesús fue un hombre, para los cristianos es Dios hecho hombre. Para los unos no resucitó, para los otros sí y mientras los seguidores de Mahoma creen que se salvan por buenas obras, los de Cristo creen que es un regalo inmerecido.
¿Cómo pueden ser las dos verdad? Como lo ve, no estamos hablando de diferentes versiones de la verdad sino de visiones opuestas, así que tenemos que concluir lo siguiente:
1.- Si bien todas las religiones pueden tener coincidencias y buscar a Dios, el tener parte de la verdad no lo hace real, así como un billete de 20 dólares falso tiene coincidencias con el verdadero, pero cuando usted ve los detalles uno es falso, no otra versión del billete bueno.
Si una religión reclama ser verdad, entonces todas las opuestas visiones en otras religiones son falsas.
2.- Una sola religión si puede ser verdad y tenemos que investigar cual corresponde a la realidad.
3.- Todas las religiones no pueden ser verdad ya que enseñan opuestos, y los opuestos no pueden ser ambos verdad