Por: Andrés Carrera
¿Qué tan inocentes son los videos que tus hijos ven en su teléfono o en su computadora? ¿Pueden estos desconocidos cambiar el modo de pensar de nuestros hijos? ¿Puede que le hagan más caso a ellos que a nosotros sus padres?
Siendo la respuesta a las dos últimas preguntas un contundente sí, lo que quiero dejarles ver hoy es un ejemplo de lo que se ve en estos videos para que conversemos con ello de lo que ven y porque están estos YouTubers equivocados.
El grave problema con esto, es que a veces, nosotros no sabemos qué contestar.
Veamos por ejemplo el siguiente ejemplo: https://www.youtube.com/watch?v=H3ZCxm_CaPo
En este video el YouTuber autodenominado Portillo recoge el extracto de un libro del astrónomo estadounidense Carl Sagan (1934 – 1996) denominado “El mundo y sus demonios” donde el muestra, que en su opinión, aunque para él era un hecho, la idea de Dios es exactamente la misma que la del dragón.
Al igual que el dragón, según él, Dios no se puede probar, y lo único que los creyentes hacen es idearse a un Dios que es realmente inexistente.
Ahora, pensemos que efecto tiene este concepto en los seguidores de Portillo, que ni saben quién es Sagan, que es más viejo que muchos de sus padres y tal vez algún abuelo, y que al verlo en video piensan que es un descubrimiento moderno e irrebatible, sin preguntarse de que mente viene, ni si realmente hay o no ninguna prueba alguna de que existe Dios.
Portillo puede decir lo que sea, nadie lo rebate, nadie se pregunta si tiene los estudios para llegar a esas conclusiones, si llegó a ellas después de un prolijo estudio, etc., simplemente el video es llamativo y parece tener razón y nuestros hijos acogen esa filosofía porque nadie les enseña a pensar o a defender su fe.
Tenemos que darnos cuenta que estos son los nuevos filósofos del mundo. No tienen estudios, no piensan en si lo que dicen es verdad o mentira, y esparcen su ignorancia ante miles de seguidores que los consideran pensadores vanguardistas y que todo lo que dicen es verdad.
Como en ninguna otra época esto constituye un reto para nosotros padres de los consumidores de estos videos. El enemigo está en nuestra casa, en el teléfono de mi hijo y no para de esparcir información, no importa si verdadera o falsa, sobre las “verdades” de la vida, influyendo más que nosotros, y sus profesores en la vida de sus seguidores, nuestros adolescentes y jóvenes.
¿Y usted que pensaba que lindos estos muchachos que entretienen a mis hijos en esos videos?
La desidia de los adultos creyentes va a hacer que el cristianismo llegue a ser una especie en extinción, porque esta es la única información que ellos tienen. Gente que no los corrige, ni disciplina y que por tanto ellos pueden idealizar grandemente.
Detrás de esos videos no hay conocimiento, sino solo hacerlo porque es divertido y porque me da popularidad y dinero, que en el caso de ellos no produce responsabilidad alguna ya que solo están diciendo lo que piensan y es su derecho.
La pregunta sería: ¿vamos a responder?
Si no estamos suficientemente informados de cómo defender nuestras creencias en el plano moral, ético, científico, filosófico, histórico y espiritual, no nos quejemos de que nuestros hijos sigan a estas “estrellas” del video y que ellos usen su influencia para cambiar el pensamiento de cuanto adolescente puedan.
El otro nombre que tienen estos YouTubers, es “influencers”, es decir que son personas de influencia, nombrados así por la cantidad de personas que los sigue, y ahora están divididos en grandes o pequeños según la cantidad de gente que los sigue.
Eso es inofensivo si se dedican a mercadear productos, diciendo que esto es mejor que aquello o que está de moda vestirse así y no de otra forma, pero cuando irrumpen en el campo de la filosofía, son extremadamente peligrosos, y no porque sean muy inteligentes o tengan argumentos irrebatibles, simplemente porque todo lo que dicen sus seguidores se lo creen.
Lo que hago en esta columna es advertir, informar a mis lectores el peligro, con la esperanza de que abramos el dialogo con nuestros hijos y encontremos respuestas para sus preguntas, si es que no las sabemos.
La próxima semana elaboraré una respuesta a este video del dragón en particular, con los argumentos que yo presentaría, para que si usted los necesita pueda conversar con sus hijos al respecto y que empiece a ser una voz que lo llame a razonar.
Nuestra fe no es una fe ciega, es una fe en un Dios que existe y que no es un dragón en el cuarto.