Por: Andrés Carrera
Hay cosas que me impresionan de algunos creyentes. Cosas que dicen que dejan ver cómo sus vidas siguen siendo las mismas, después de conocer a Cristo, simplemente porque lo que han hecho es barnizar sus vidas, que siguen siendo iguales, con una visita a un templo o grupo de hogar, o una oración o lectura bíblica ocasional.
La palabra barniz ha sido usada tanto ya como algo superficial, que ya el diccionario tiene una definición de la palabra que dice: “Cualidad o conocimiento que una persona posee de forma superficial”.
Es tan común, esta “barnizada”, que usted encuentra personas frustradas porque el cristianismo no ha solucionado sus problemas relacionales, no ha sanado sus heridas, y es porque esta forma de ver el cristianismo no sirve para nada.
Permítame darle un ejemplo: Un esposo comenta que el cristianismo no funciona, porque si bien está lindo como concepto, el sigue sin poder controlar su mal genio que es generado por como su esposa lo trata. Teniendo como diez años “conociendo al Señor” nada había cambiado y seguían en la misma dinámica a pesar de haber ido a retiros, cursos y todo lo que hay para ofrecer.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué las personas siguen con los mismos problemas?
Creo que la respuesta está en que no nos fijamos en el cómo debemos hacer ciertas cosas, sino que queremos, que mágicamente, Jesús cambie el resultado sin nosotros cambiar lo que produce tal resultado. Es como cambiar las conclusiones sin cambiar las premisas, lo que es imposible.
Entonces veamos lo que nos dice la Biblia: «¿quién ha conocido la mente del Señor para que pueda instruirlo?» Nosotros, por nuestra parte, tenemos la mente de Cristo. (1 Cor. 2:16). Esto significa que cuando usted se convierte, usted pasa a pensar diferente, pero el problema es que no es automático en todas las cosas, y usted tiene que empezar a dejar de pensar como lo hacía y hacerlo como lo haría Cristo.
Algunos ejemplos:
Siempre que pelea con su cónyuge, ella dice algo, usted responde, ella alza el tono, usted insulta y ya no le importa si los niños están delante o no. ¿Cómo parar este ciclo? La Biblia es clara: La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor. (Prov.15:1). Entonces vienen las objeciones: si hago eso se pondrá peor, si contesto así me va a humillar, etc. Claro usted nunca lo ha intentado para saber si eso es verdad, y no importa a cuántos cursos vaya, si no utiliza la sabiduría de Dios todo quedará igual.
Usted espera que su esposa lo respete, o que su esposo la ame, pero ninguno está dispuesto a hacerlo hasta que el otro cambie. La Biblia dice que amemos de forma incondicional, como Cristo nos amó a nosotros y que ese amor se ve cuando el esposo está dispuesto a dar su vida por la esposa y los hijos y cuando la esposa está dispuesta a respetar a su marido a pesar de sus errores. Pero no, eso no es lo que hacemos, sino que buscamos que nos den lo nuestro sin cambiar con lo que trato de transformar el resultado sin que se modifique el comportamiento: eso es insensatez.
El mismo ejercicio podemos hacer con padres, hijos, jefes, compañeros de trabajo, nada va a cambiar hasta que usted no decida aplicar la sabiduría de Dios, arriesgándose a confiar en Él y dejar de hacer lo que ha hecho siempre, con resultados catastróficos.
Si alguien le dijo que el vivir como Cristo no requiere morir a usted y cambiar cómo hace las cosas, y está esperando que solo por declararse una persona de fe Dios haga magia, ese alguien le mintió.
Ser creyente es para personas que estamos dispuestos a mirarnos en el espejo, antes de ver a nadie más, y pedirle a Dios que a través de Su Palabra, transforme mi vida, me enseñe como hacer las cosas, como amar incondicionalmente a los míos, como dejar mis defectos de carácter y pasar a ser cada día un poquito más como Cristo y un poquito menos como yo, en lo que se ha dado en llamar el proceso hacia la madurez espiritual.
Mientras usted siga llorando por sus derechos, siga pensando que usted se merece que lo traten de una forma u otra, usted seguirá teniendo un barniz de cristiano, pero jamás entenderá el llamado a dejar el egoísmo, y a vivir para algo más importante que usted mismo.
El cristianismo no se trata de lo que haces, se trata de en quien te conviertes, y en cómo adquieres las competencias, las habilidades, las convicciones, que hacen que usted realmente sea otro, porque hubo un nuevo nacimiento. Hay un camino de crecimiento y cada día aprendo a vivir de forma diferente, lo que sin duda, arrojará resultados diferentes.
Mientras usted sólo tenga un barniz cristiano vivirá con las mismas frustraciones, problemas y defectos de carácter que siempre tuvo y poco a poco, se alejará de una fe, que cree que es verdadera pero que considerará que no sirve, porque nunca la pintura exterior sirvió para cambiar el interior.
Solo lo que aprendemos y aplicamos hará de nosotros nuevas criaturas, siempre sólo confiando en la gracia de Nuestro Señor