El Matrimonio Igualitario

Por: Andrés Carrera

Por estos días en mi país Ecuador, se ha desatado una polémica debido a que la Corte Constitucional tomó una resolución que apoya el matrimonio igualitario, lo que ha desatado una ola de violencia verbal entre personas de uno y otro bando.

En este escrito, voy a dejar establecido lo que en mi opinión debe ser la posición de aquellos que nos consideramos discípulos de Cristo.

  1. Está claro que existimos en dos grandes grupos de género: masculino y femenino.
  2. No hay duda que las personas que tienen gustos diferentes en cuanto a su sexualidad poseen toda la libertad a decidir sobre sus vidas, por lo tanto eso no los convierte en un grupo social discriminado como sí ocurrió y ocurre con los afrodescendientes o mujeres cuyas condiciones son inherentes a ellos. Por ejemplo, los obesos no pueden pedir derechos por cosas que hacen por  su propia elección.
  3. Es evidente científicamente hablando, que no es posible nacer homosexual, ya que al no haber reproducción no puede existir un gen que ingrese en la persona desde su nacimiento.
  4. Las razones por las que uno elige sus preferencias en la cama no son motivo de este artículo, por lo que no hablaré de ellas.
  5. Los que no estamos de acuerdo con la agenda homosexual tenemos derecho a no permitir que nuestros hijos sean adoctrinados de acuerdo a esta. De la misma manera que yo no tengo derecho a exigir que ellos actúen de acuerdo a mi moralidad.
  6. Nadie puede exigir derechos por lo que hace en la cama, porque de ser así también deberían exigirlos quienes les gustan los tríos, orgías, pedofilia, tener amantes, etc. De ser así se requerirían matrimonios múltiples entre un hombre y dos mujeres o dos hombres y una mujer, o un adulto con un niño. En fin las posibilidades son innumerables.

Con todo esto dicho, considero que la iglesia comete tremendos errores al tratar de defenderse de lo que llaman “un ataque a la familia” y voy a puntualizarlos:

  1. Al marchar con gente claramente homofóbica con carteles de odio, les estamos diciendo a los homosexuales que los odiamos, concepto totalmente alejado de la verdad. Jesús los ama, como ama a cualquier otro pecador y su elección de vida entristece al Señor, no lo pone furioso. Los homosexuales deberían tener claro que no los condenamos, sino que al contrario nos encantaría que permitan que el amor de Dios llene sus vidas porque todos tenemos un pecado favorito, y el de ellos no es peor que el nuestro.
  2. Al dar discursos contra la homosexualidad solamente quedamos como hipócritas, ya que no hacemos lo mismo con el heterosexual que tiene varias mujeres, a quien secretamente aplaudimos y a quien definitivamente no hacemos a un lado en nuestras iglesias.
  3. Estamos perdiendo con esto a una nueva generación que cree que es un tema social, y que al ver el odio del que son víctimas los homosexuales, se ponen del lado de ellos y ven al cristianismo como una mano opresora que destruye a gente a la que debe amar.
  4. La Biblia es clara: No tenemos ninguna razón para exigir un comportamiento cristiano de personas no cristianas, y cada uno puede hacer de su vida lo que desee. Tenemos derecho a proteger a nuestros hijos de su propaganda, pero no podemos imponer conductas a gente que no cree lo que nosotros. (I Cor.5:12).
  5. Es más, en el pasaje de Primera de Corintios capítulo 5, se deja ver con claridad que yo debo andar con personas no cristianas, aunque tengan conductas inmorales, porque de no hacerlo tendría que salirme del mundo.

Lo que dice Pablo es que nos juntemos con ellos, para poder influenciarlos y llevarlos a Cristo, mostrándoles que aunque seamos pecadores, Cristo murió por nosotros, nos ama y quiere una relación con nosotros.

No puedo entender cómo la iglesia de Cristo pone barreras, casi sin darse cuenta, jugando a la política. Una cosa es defender el derecho de que mis hijos aprendan la verdad sin distorsiones y otra muy distinta dejarnos ver como odiadores de ciertos grupos.

Nuestro Señor fue un maestro para dejar ver la verdad sin dejar de lado la gracia, y sus discípulos debemos hacer lo mismo. Invitémoslos a conocer el amor de Dios sin juzgarlos, y a medida que vean lo que Dios ha proveído para ellos, serán ganados por el amor incondicional de Dios.

¿Cuál es nuestro objetivo, lograr que la comunidad homosexual vea el amor de Cristo reflejado en nosotros?, o ¿mostrar nuestra oposición a una ley contra la familia como la concebimos? La forma de lograr lo segundo, es enseñando que lo primero debería ser la manera como enfrentemos esta situación y me parece que estamos logrando solo una de las dos, pagando el precio de que miles de personas no vean el amor de Cristo por ellos.

Contestémonos ¿vale la pena ese costo? ¿qué haría Jesús?

Ver a representantes de la iglesia en estas marchas donde se deja ver el rechazo a un grupo de personas, así traten de hacernos daño, no es la forma como Cristo nos enseñó a ser sus discípulos. Encontremos la manera de defender a la familia sin el costo de que la gente se sienta rechazada por Jesús, o que nuestros jóvenes sientan que Jesús rechaza a un grupo de personas.


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