Por: Andrés Carrera
Siempre me ha llamado la atención la poca importancia que le damos en las iglesias en general, a la forma en que el cristianismo empezó, y sobrevivió los primeros 300 años con una persecución implacable, sino que floreció y se convirtió en una fe popular en el imperio que la perseguía, y que los obligaba a mantenerse ocultos en catacumbas.
A mí personalmente, no solo me impresiona el coraje y valentía de estos hombres y mujeres, sino también en qué basaban su fe. No había Biblia aún, las cartas de Pablo, que fueron los escritos cristianos más tempranos, empezarían a circular por los años 50 D.C. en adelante, y no eran conocidas por todos, únicamente se tenía el concepto de un Mesías resurrecto. La idea de una comunidad de amor y lo que comprendían como dogma de fe era una declaración llamada kerygma.
Fue con este instrumento y otro del cual hablaremos en el siguiente artículo, que la iglesia cristiana trabajó, mientras se escribían y circulaban los documentos que hoy tenemos recopilados en el libro al que llamamos la Biblia. Con ella se evangelizaba, era su declaración de fe, y fue, y sigue siendo, el mensaje cristiano simple y claro, que bastó para que la gente llegue a Cristo y sea tan fuerte en su nueva forma de vida, que ni la amenaza de una muerte cruel los inmutaba.
La palabra Kerygma aparece 8 veces de manera literal en el Nuevo Testamento: Mateo 12:41, Lucas 11:32, Romanos 16:25, 1 Corintios 1:21, 1 Corintios 2:4, 1 Corintios 15:14, 2 Timoteo 4: 17, Tito 1:3. Las veces que se utiliza está en función de una enseñanza condensada del evangelio, de manera especial y específica se referirá a este, puesto que se ha traducido como “Prédica” o “Proclama”.
El verbo predicar tiene 61 ocurrencias en el nuevo testamento, donde el contexto es la proclama del Evangelio. Nuevamente, el término Kerygma desde épocas tempranas fue entendido como el cúmulo de enseñanzas iniciales que conformaban el evangelio, y que debían ser creídas para que alguien sea discípulo de Cristo Jesús.
Hechos de los Apóstoles es el libro que rescata de manera cronológica cómo fueron los sermones evangelísticos (Kerygmáticos) de los apóstoles y primeros discípulos: el discurso de Pedro (Hechos 2:14-40), el discurso de Esteban (Hechos 7:1-41), el discurso de Pedro hacia los primeros gentiles que recibieron el mensaje (Hechos 10), el discurso de Pablo (Hechos 13:13-48)… Cuando se analizan estos discursos, encontramos una hermenéutica común y puntos comunes en la exposición del Evangelio (claro que cada cual hacía los énfasis según su auditorio).
Los puntos del Kerygma son los siguientes:
- Todas las profecías hechas a los antepasados (y a los profetas) se han cumplido en Jesús de Nazareth.
- Dios mismo se hizo Carne y estuvo entre nosotros.
- Mientras estuvo entre nosotros anduvo haciendo el bien, sanando enfermos, librando a los cautivos del maligno.
- Murió y resucitó al tercer día cumpliendo con las Escrituras (El A.T.).
- Dios se ha hecho Señor y Juez de vivos y muertos.
- Vendrá por segunda vez.
- Por esta razón Dios llama a que la gente se arrepienta, crea en Él y obtengan el perdón de pecados por su nombre.
En los eventos de Hechos, una vez que la gente creía la Proclamación (Kerygma) de estas verdades, era bautizado como señal de su deseo de ser un discípulo de Jesús. Aunque la proclamación en sus fases iniciales se hacía en lugares multitudinarios como sinagogas y plazas, era en las reuniones más pequeñas, hechas en casas, donde se estudiaba a profundidad el contenido de las buenas nuevas resumidas en estos 7 puntos (Hechos 17:1-3).
Creo yo que los creyentes actuales, bien haríamos en aprender estos puntos, y tenerlos como centrales en nuestro compartir de la fe. La presentación es simple, no contenciosa, y contiene el fundamento de lo que creemos.
En este mundo moderno, donde buscamos explicaciones complejas a todo, la simpleza de este mensaje, se abrirá paso en la mente y corazón de aquellos que dudan. Pasó una vez y volverá a ocurrir.
Escuchamos a líderes de iglesias por televisión hablar de un avivamiento que está por llegar, y anuncian señales y prodigios con un derramamiento del Espíritu Santo, pero no oigo que alguien diga, que volvamos al mensaje que causó el derramamiento del Espíritu en corazones que ni siquiera sabían quién era Cristo, ni habían oído de Adán, Abraham, David, etc.
El mensaje produjo comunidades fuertes de fe, que se amaban incondicionalmente, que estaban dispuestos a morir de ser necesario, en resumen, un avivamiento donde casi nunca se produjeron señales y prodigios, sino la explicación de la simple verdad de que Dios nos ama e hizo algo por nosotros. Lo sintetizaron en siete puntos y lo llamaron Kerygma.