Dudando de Dios en tiempos de crisis

Hola a todos: Comparto con ustedes lo que el ministerio de Ravi Zacharias, compartió con nosotros con motivo de la crisis que ha producido el corona virus.

Dios los bendiga,

Andrés Carrera

DUDANDO DE DIOS EN TIEMPOS DE CRISIS

Por: Louis Phillips

Conferencista de Ravi Zacharias International Ministries

Artículo original:

Doubting God in Times of Crisis

Por mucho que no queramos creerlo, el futuro siempre ha sido incierto. Desafortunadamente, debido a nuestro panorama global actual, esta realidad ha llevado a que muchos sean agobiados por el  miedo y la ansiedad. Incluso ha llevado a muchos cristianos a quedar incapacitados por la duda. En tiempos de crisis, puede ser difícil creer en la bondad de Dios.

Es fácil decir que Jesús es bueno cuando las cosas van bien; es otro asunto totalmente diferente el decir que Él es bueno cuando estamos enfermos, cuando hemos perdido nuestros empleos, cuando hemos perdido a alguien amado, o cuando parece que nuestro mundo se está cayendo a pedazos. En esos tiempos podemos ser plagados con la pregunta:

¿Es Jesús quien Él dijo ser?

Afortunadamente, no somos los primeros en luchar con esta duda en tiempos de problemas; de hecho, la historia de la iglesia está llena de hombres y mujeres de fe que lucharon con una pregunta similar. Pero aún más importante, la Escritura misma nos da un modelo de qué hacer con nuestras dudas en tiempos de incertidumbre.

Un gran ejemplo para nosotros hoy es Juan el Bautista. Sabemos por las Escrituras que Juan no era un hombre pagano sin concepto de Dios; él era exactamente lo contrario.

1. Él fue el que había estado profetizando y preparando el camino para que las personas conocieran a Jesús:

En esos días, Juan el Bautista llegó al desierto de Judea y comenzó a predicar. Su mensaje era el siguiente:

«Arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios, porque el reino del cielo está cerca».

El profeta Isaías se refería a Juan cuando dijo:

«Es una voz que clama en el desierto: “¡Preparen el camino para la venida del SEÑOR! ¡Ábranle camino!”». Mateo 3:1-3 (NTV)

2. De mayor importancia, él fue quien bautizó a Jesús y vio al Espíritu Santo descender sobre él como una paloma.

Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y los cielos se abrieron en ese momento y él (Juan) vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre El. Y se oyó una voz de los cielos que decía: “Este es Mi Hijo amado en quien Me he complacido.” Mateo 3: 16, 17 (NBLH)

3. Cristo fue al extremo de decir que de los nacidos de mujeres, no hay hombre más grande que Juan.

Mientras ellos (los discípulos de Juan) se iban, Jesús comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan:

“¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

“Pero ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Miren, los que usan ropas finas están en los palacios de los reyes.

“Pero, ¿qué salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo, y uno que es más que un profeta.

“Este es de quien está escrito:

“HE AQUI, YO ENVIO MI MENSAJERO DELANTE DE TI, QUIEN PREPARARÁ TU CAMINO DELANTE DE TI.” [Malaquías 3:1]

“En verdad les digo que entre los nacidos de mujer no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista;…

“Porque todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan. “Y si quieren aceptarlo, él es Elías, el que había de venir. Mateo 11: 7-11 a, 13-14 (NBLH)

4. Seguramente, si alguien confiaría firmemente en Jesús, sería Juan. Pero eso no es lo que leemos en las Escrituras.

En el Evangelio de Mateo (14: 1-12) descubrimos que Juan fue encarcelado injustamente -una situación que probablemente lo dejó confundido y frustrado, pensando:

“Dios, hice todo lo que querías que hiciera, entonces, ¿por qué estoy sufriendo en la cárcel?”

Recuerde que antes de que Juan bautizara a Jesús, sucedió esto:

… Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: “Ahí está el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. …” Juan 1:29 (NBLH)

Ahora, estando preso y encadenado (Mt  14: 3, (NVI)),  Juan envía a un par de sus discípulos a Jesús para preguntarle:

¿Eres tú el Mesías a quien hemos esperado o debemos seguir buscando a otro?  Mateo 11: 3 (NTV)

En otras palabras, le pregunta a Jesús:

¿Eres realmente el Mesías o me equivoqué al creer eso?

¡Esa es una duda muy importante! Considerando la importancia de esta duda específica (¡sin mencionar la fuente!), tiene sentido el esperar una reprensión de Cristo. Pero la respuesta de Jesús a Juan no fue una reprimenda o “¿Cómo te atreves a hacer esta pregunta?” Su respuesta fue un estímulo audaz y una firme declaración para asegurarle que él era de hecho quien dijo ser.

En lugar de darle un directo “Sí, yo soy él”, Jesús cita a Isaías y apela a la sensibilidad profética de Juan.

Digan a los de corazón temeroso: «Sean fuertes y no teman, porque su Dios viene para destruir a sus enemigos; viene para salvarlos».

Y cuando él venga, abrirá los ojos de los ciegos y destapará los oídos de los sordos.

El cojo saltará como un ciervo, y los que no pueden hablar ¡cantarán de alegría! Brotarán manantiales en el desierto y corrientes regarán la tierra baldía. Isaías 35:6 (NTV)

“El Espíritu del SEÑOR Soberano está sobre mí, porque el SEÑOR me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado para consolar a los de corazón quebrantado y a proclamar que los cautivos serán liberados y que los prisioneros serán puestos en libertad.” Isaías 61: 1 (NTV)]

5. Y luego Jesús exalta a Juan por el trabajo que ha hecho.

¿Por qué fue diferente la respuesta de Cristo esta vez?

Juan no fue la única persona que le preguntó a Jesús si él era el Mesías. En Lucas 23:39, uno de los ladrones crucificados al lado de Jesús le hizo una pregunta similar, pero su intención y motivación fueron completamente diferentes. Él le dijo a Jesús, si realmente eres quien dices que eres, sácame de mis circunstancias -¡sácame de esta cruz!

Él le dice a Jesús que lo demuestre. Pero Juan hizo algo fundamentalmente diferente. Juan no tenía condiciones para su pregunta a Jesús, solo necesitaba saber la verdad, no cómo podría beneficiarse de ella.

Juan sabía que, en última instancia, podía confiar en Jesús con respecto al resultado de su vida si Jesús era, de hecho, quien decía ser.

Lo que Juan decía era:

“Jesús, si realmente eres Dios, nada más importa. No necesito que me rescaten de la cárcel. No es necesario que hagas algo por mí. Ya conoces mi dolor. Ya conoces mis pensamientos. Todo lo que necesito saber es que eres él, y entonces sabré que me acompañarás a través de esto”.

¿Llevamos nuestras dudas a Jesús como Juan o como el ladrón? ¿Qué le estamos exigiendo al autor de nuestras vidas?

a. ¿Que demuestre quien es haciendo algo por nosotros?

b. ¿O que nos dé la gracia de creer una vez más que él es quien dice ser?

Porque, más que la vida misma, lo que Juan necesitaba era que le aseguraran acerca de la soberanía y el amor de Dios.

Si alguien como Juan el Bautista tuvo serias dudas -y las enfrentó hasta resolverlas-, está bien que nosotros también las tengamos.

Pero debemos llevar nuestras dudas directamente a aquel que puede resolverlas, y también debemos hacerlo deseando la verdad -no necesariamente por conveniencia o auto-conservación.

Juan necesitaba que le recordaran el evangelio, tú y yo también lo hemos necesitado y lo seguiremos necesitando a lo largo de esta vida.

Una parte importante de la vida del discípulo cristiano consiste en una lucha para recordar la obra persistente de Cristo en nuestras vidas. Lo hermoso es que mientras esta verdad se va convirtiendo en una realidad vivida, podemos vivir nuestras vidas firmemente plantados en sus promesas mientras somos un faro de luz para aquellos sin esperanza.

Lo más reconfortante que tenemos como cristianos no es que Cristo nos quitará nuestras dificultades actuales, sino que estará con nosotros en medio de ellas y que nos ha dado la seguridad de nuestra eternidad.

El cristianismo no es para aquellos que quieren respuestas fáciles y simples a preguntas difíciles, es para aquellos que necesitan una base sólida dentro de la tormenta (Mt 7: 24-27).

Más que nunca, necesitamos que se nos recuerde el evangelio. Más que salud, más que seguridad financiera, más que certeza, necesitamos a Jesús. Vayamos a él en este momento de crisis y encontremos esperanza en las palabras que le envió a Juan en sus tiempos de incertidumbre y necesidad: Jesús les respondió: “Vayan y cuenten a Juan lo que oyen y ven: los CIEGOS RECIBEN LA VISTA y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los POBRES SE LES ANUNCIA EL EVANGELIO (LAS BUENAS NUEVAS). Mateo 11: 4-5 (N


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