Por: Andrés Carrera del Río
Siempre me pareció algo sorprendente que al público le gustara este tipo de programas o noticias sobre gente “famosa”. Incluso cuando hablamos de personas reconocidas mundialmente como Lady Diana por ejemplo, no puedo entender por qué nos importa al resto de los mortales dónde pasaron sus vacaciones, o con quién, qué ropa vestían, y por qué se supone que tenemos el derecho a conocer esos detalles.
Hace algunos años aquí en Ecuador, se puso de moda espacios enteros dedicados a los que han denominado como “famosillos”. Con quién se relaciona, con quién peleó, con quién se acuesta, y ya sean personajes de televisión o deportistas profesionales, toda su vida y lo que se inventan de su vida está a disposición de todos los que lo quieran ver.
Bueno pues, ahora nos ha venido la “prensa rosa cristiana”, que es así como llamo, a lo que les estoy escribiendo hoy.
Permítame hacer una aclaración antes de continuar: voy a contar lo que ha sucedido, no para hacerme eco de esto, sino como la única forma que veo de explicar porque esto está mal entre creyentes. Sera la única vez que me referiré a estos acontecimientos.
Resulta ser que el divorcio de Guillermo y Ana Maldonado, ha provocado las más diversas reacciones que uno se pueda imaginar, y ha generado videos con todo tipo de chismes y acusaciones fundadas e infundadas.
Si usted es un seguidor de mis artículos, sabrá que no considero como cristianos a estas dos personas, ni a los que piensan como ellos, ya que sus enseñanzas son completamente heréticas, alejadas de la Biblia, y buscan más que nada dinero. Las doctrinas del llamado “neo-pentecostalismo” tienen más de Nueva Era que de cristianismo.
Así que, en mis artículos he criticado, no a las personas, sino a lo que enseñan y al abuso que esos preceptos generan, pero jamás se me ocurriría comentar algo que no puedo probar sobre ningún ser humano, llámese cristiano o no, porque Dios me dice que ame, que no entre en chismes y que no calumnie.
Cuando usted va al internet encuentra videos muy escandalosos sobre este caso. Primero tiene la declaración pública del señor Maldonado diciendo que su divorcio no es por falla moral, entendiéndose por esto que no existe otra mujer, que no ha podido reconciliarse con su esposa y que no puede contar nada más por razones legales.
Luego sale alguien con una copia de la demanda de divorcio donde la cuantía es de 120 millones de dólares, pues está incluido lo que vale el ministerio “Rey Jesús”. Después sale la señora Maldonado, expresando que su padre espiritual le ha dicho que se divorcie nomás, y que lo hace porque por dos años no le han permitido ejercer su ministerio. Luego, al mejor estilo de una novela venezolana, emerge el padre espiritual diciendo que él no ha autorizado nada y que ella miente.
Y aquí aparece un personaje nuevo. Un pastor que argumenta ejercer su profesión en Suiza, empieza a sacar una serie de videos denunciando que, según una fuente suya, el señor Maldonado tiene una hija fuera del matrimonio en Honduras y que su amante es una mujer a la que nombra y que esa es la razón escondida de este divorcio.
Acusaciones entre este “pastor” y otras personas que defienden a Maldonado, se dan con fuertes frases, donde se dicen hasta hijos del diablo y todo termina con una demanda que le hace el señor Maldonado a esta persona por calumnias en Suiza, y personas sacando videos para que lo perdonen y quiten la demanda del tribunal.
Luego vemos a la señora Maldonado en una moto de playa hablando de que está próxima a volver a las labores ministeriales, y su esposo que vuelve al púlpito advirtiendo de los males que van a morir los que hablen contra él, y que como él no ha hecho nada, puede volver a ejercer su profesión sin problemas.
Y así, más personajes medio macabros, que indican ser creyentes opinan y sacan conclusiones.
No sé qué más pruebas se requieren, para dejar claro que estas personas no se comportan como creyentes, en casi nada de lo que hacen.
Ninguno de ellos se está fijando en la honra ajena, en no hablar sobre lo que no se puede probar, en no enjuiciarse entre ellos ante tribunales paganos, en no comentar cosas que suceden a cientos de kilómetros de distancia de lo que sabemos poco. Y mientras todo esto sucede, el mundo ve como estos supuestos cristianos se despedazan entre sí, dando claras señales que no existe diferencia alguna entre la prensa rosa y los que se denominan cristianos.
Cuanta pena siento, no por lo que se dicen estos mercaderes de la fe, sino por como el nombre de mi Señor y Salvador se ve otra vez lanzado al lodo, por culpa de gente que expresa vivir de una manera y hace todo lo contrario, y por aquellos que por causa de esto nunca mirarán a Cristo para llenar su vacío, pues les están dejando ver que no sirve para nada.