Rompiendo Paradigmas

Por: Pastor Andrés Carrera del Río.

He escrito varias veces que debemos cambiar nombres que han permanecido con nosotros desde muchos siglos, y no tienen relación con la realidad de lo que Jesús enseñó. Por ejemplo, hablamos de leyes y mandamientos cuando realmente es sobre Gracia. Decimos Iglesia cuando el nombre es Templo, ya que iglesia es un grupo de personas que son parte de un movimiento que siguen a Cristo.

Así mismo, otro concepto que hemos recitado una y otra vez es el diezmo, que lastimosamente la gente asocia con algo negativo o lo ven como un negocio, donde personas se llenan los bolsillos con el trabajo de otros. Esto genera tal controversia, que muchos no quieran oír del evangelio, por lo tanto, si esto sucede, ¿qué tal si lo denominamos de otra forma?

Para responder si debemos remplazarlo, revisemos lo que algunos teólogos opinan sobre esta “obligación”. Por ejemplo:

1.- El pastor Armando Alducin afirma que el diezmo no es del Nuevo Testamento, porque el diezmo era obligatorio en Israel, indefectible, pero hoy hemos salido de la ley, y estamos en la ley de la libertad en Cristo. En 1 Corintios 16, Pablo nos dice que, en el primer día de la semana, o sea domingo cada uno de ustedes ponga aparte algo, según haya prosperado. Ya no hay ninguna ley que nos diga qué tanto dar. Si continuamos con el diezmo continuamos en la ley.

2.- El pastor Pablo David Santoyo nos dice que en el Nuevo Testamento la palabra diezmo se ha escrito solamente dos veces y ninguno de ellos nos menciona su obligatoriedad.

3.- El pastor Chuy Olivares menciona el abuso que se viene dando sobre diezmos, primicias y otras cosas parecidas que se fundamentan en el Antiguo Testamento, y que todas las instrucciones ahí son sombra de Jesús. Una vez venido Cristo todo eso está abolido.

4.- El predicador Suele Michelen, a su vez comenta que, todo es sobre Antiguo Testamento y que Abraham no lo realizaba siempre, sino que lo hizo una vez sobre un importe específico, y que toda la ley está abolida.

5.- El pastor Juan Manuel Vaz nos indica que, si queremos pagar el diezmo tenemos que entender que cuando sumas todos los pagos es del 23% el valor, y que en ese entonces el objetivo era que fuera un sistema tributario de la nación en general. En la iglesia esto no existe, y Pablo solo habla de ofrendas de ayuda.

Podría seguir, pero considero es suficiente para constatar que muchos estamos convencidos de que el diezmo no es obligatorio, sino un abuso de quienes lo promueven así, para solventar los gastos de una iglesia.

Entonces, como creyentes, cómo debemos transformar este término y cambiarlo por algo que sea bíblico y que atraiga a la gente al amor de Jesús y no a las obligaciones del diezmo.

Deberíamos iniciar con la palabra ofrenda, porque para Pablo todo donante lo debía hacer con tres características: ser generoso de acuerdo a como se prospera, darlo de corazón, es decir, nada obligado, peor advirtiendo que nos quemaremos en el infierno, y por último, con gozo, porque es importante tener una gran felicidad al colaborar en la meta de llevar a la gente a aceptar a Cristo.

Ahora, yo no me quedo tranquilo ni siquiera con renombrarlo como ofrenda, porque creo que no determina con claridad lo que debo hacer con gozo y sin obligación. Por eso prefiero la palabra GENEROSIDAD.

Cuando entrego algo debe ser porque sale de mi corazón generoso, de manera que se vea todo como una razón del agradecimiento de un corazón transformado. Ahora, si quiere que sea el 10% de sus ingresos o algo mayor o menor, entréguelo porque es su decisión hacerlo y no porque Dios le devolverá el doble o lo llenará de bendiciones materiales. Eso ya no sería generosidad sino conveniencia.

 


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