Por: Andrés Carrera del Río
Extrañamente cuando uno habla de creencias cristianas, es impresionante, como los 10 mandamientos son una de las cosas más importantes que se deben obedecer. Casi nadie piensa que lo fundamental es la gracia (regalo inmerecido) que Cristo nos dio cuando murió, ya que consideran que sin el cumplimiento de los mandamientos no se pueden desarrollar las creencias cristianas.
Es tanto así, que si hoy Cristo resucitara, encontraría que lo preponderante no es la relación con Jesús, sino “la obediencia que trae bendición”, aquella que si no cumples simplemente estás perdido, ya que, según estas creencias, el centro de nuestra fe pareciera ser una larga lista de “buenas obras”.
Que tal que si ponemos unos ejemplos para que razonemos de qué forma piensan los legalistas:
1.- La Jerarquía.- Según ellos, las autoridades son los que están en un puesto de mandato en una iglesia, llamados obispos, cardenales, pastores, presidentes de denominación. Cualquiera, que tenga poder para determinar qué es lo que Cristo ordena, o instrucciones de Dios, que ellos interpretan, básicamente a su antojo.
La jerarquía puede pecar y no pasa nada: curas pedófilos, pastores que se divorcian y siguen manejando su posesión y poderío, incluso al ser descubiertos de adulterio. Por qué, bueno, sencillamente explican que Dios los ordenó, por tanto, el problema de ellos debe ser manejado por Dios, y yo como feligrés debo hacerme a un lado.
Hay una sola pregunta que yo hago aquí ¿Quién nombró a los que desarrollan el mandato jerárquico en las iglesias? La respuesta no tiene nada que ver con Dios, porque la mayoría se eligen unos a otros.
¿Qué tal si eliminamos la jerarquía? ¿Qué tal si hacemos varias casas iglesia, donde tengamos un promedio de 20 personas y que al dueño de casa, lo llamemos el “anciano” y la obligación sea entender cómo ser una familia de familias, donde la única jerarquía es la de Cristo en nosotros.
Antes que diga que eso no es posible permítame informarle que los primeros 200 años del cristianismo fue así, hasta que un emperador unió iglesia con estado y mataron el movimiento de Cristo, debido a las jerarquías que antes no se habían empleado en la iglesia cristiana.
2.- El diezmo.- Este concepto es uno que he tratado varias veces, así que busque “cosas por su nombre” y en diezmos verá algunos artículos al respecto, basta con decir, que no es un concepto del Nuevo Testamento.
3.- La Obediencia.- Esta idea se resume en una frase “La obediencia trae bendición”. Primera pregunta ¿obediencia a quién? porque si es a su líder tenemos bastantes problemas, porque obedecer al pastor en todo lo que diga no es Bíblico.
Si se refieren a obediencia a Dios, pregunto ¿Lo que les sucedió a los apóstoles fue una “bendición”? Por su puesto que no, acatar a Dios trae controversia, persecución, no bendición terrenal. Confunden la enseñanza bíblica, con el concepto de bendición, que tiene que ver con dinero y salud, que no son promesas de Dios en esta tierra.
4.- Cumplir los mandamientos.- Aunque se parezca al anterior, hay algunas diferencias:
- La gran mayoría de la gente cree que los mandamientos, especialmente los 10 “grandes”, son la parte más importante de la doctrina, y que cumplirlos, es la base para todo lo demás que hacemos.
- Lo que asumen las personas es que aquí hay una contabilidad cósmica. Si obedezco los mandamientos más que lo que peco, entonces, estoy bien e iré al cielo.
- El legalista del siglo XXI, hace que pongan un énfasis en la ley del Antiguo Testamento, que ya no rige. Énfasis en lo que repito: La ley ya no está en vigencia para no judíos, la ley no es lo único que existe en el Antiguo Testamento, así que esa parte ya no nos gobierna.
Estos cuatro puntos son las razones más comunes por las cuales, el movimiento creado por Jesús, al que denominó “la Iglesia”, está a punto de morir. Las nuevas generaciones lo encuentran sin grandes desafíos, sino como la misma legalidad sin sentido.
Si no volvemos al plan original, simplemente conoceremos del cristianismo no por lo que veamos, sino porque lo leeremos en los libros de historia. Mientras sigamos buscando un cristianismo que nos mejore las finanzas, continuaremos en el mismo error, porque no es lo que Cristo fundó.